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Spas de vanguardia y cosmética de lujo

Portugal no ha sido ajena al espectacular desarrollo que el termalismo ha experimentado en los últimos años y la consiguiente tendencia al crecimiento de establecimientos spas, que, con un enfoque más lúdico, apuestan por el relax y la belleza a base de la aplicación de técnicas de hidroterapia –con agua de la red pública–, y todo tipo de técnicas complementarias en las que tiene un gran protagonismo la cosmética de alta gama.


Los spas que se describen a continuación son un verdadero ejemplo de culto a la tranquilidad, la relajación, la belleza y el bienestar de cuerpo y alma. Situados en hoteles de cinco estrellas, en lugares estratégicos de gran belleza paisajística o en las inmediaciones de la gran ciudad, todos ellos hacen gala de unas cuidadas y exquisitas instalaciones y el empleo de protocolos en sus servicios que cumplen con creces las exigencias de los más puristas.


Aquafalls, un mirador sobre el río Cávado

Volviendo los pasos hacia el norte, en las inmediaciones del Parque Nacional de Peneda-Gerês, (a una veintena de kilómetros de las Termas de Gerês), en San Miguel da Caniçada, se encuentra Aquafalls, un pequeño núcleo de modernas casitas camufladas entre la espesura de la vegetación, presididas por un edificio central de tres alturas, pero hacia abajo, debido a la pendiente de la ladera en la que se ubica, y unidas por caminos empedrados de adoquines, jalonados de jardines, que conforman un pequeño pueblecito que se asoma a la Albufera da Caniçada, una ensenada formada por el río Cávado, en donde se lleva a cabo la práctica de deportes acuáticos.


Desde el momento en que se traspasa la verja de acceso a la urbanización, todo se desarrolla en un ambiente de apacible tranquilidad, con una frondosa vegetación, jardines bien cuidados y pequeñas cascadas y estanques, en los que el agua toma protagonismo.


El edificio central, de blancas líneas rectas, construido conforme al proyecto de la arquitecta Rosário Rodrigues, a base de piedra y madera, alberga todos los servicios comunes: bar, cafetería, restaurante, auditorio y las piscinas, tanto cubierta, como exterior, además del spa. El alojamiento se reparte en 11 bungalows a lo largo de la pendiente de la ladera, con una concepción de modernas casitas de madera, cada una de las cuales alberga dos suites independientes, completamente equipadas con arreglo a las cinco estrellas que exhibe el establecimiento, y todas con un pequeño jardín individual.


El spa respresenta la auténtica “joya de la corona” del complejo hotelero, hasta el punto de ser considerado un spa con hotel, más que un hotel con spa. No en vano, la prestigiosa revista inglesa Tatler, en su Spa Guide de 2009, lo incluyó como uno de los 101 mejores spas del mundo.


En su interior se respira un sosegado silencio bajo la penumbra de una tenue iluminación y una suave música relajante, sus tratamientos se aplican a base de la cosmética parisina de lujo Sisley, siendo el tercer spa del mundo que aplica estos protocolos, que exige que los fisioterapeutas realicen la formación en Francia. Entre los servicios ofertados hay rituales de masajes a base de extractos naturales de plantas, aceites esenciales, terapias de medicina tradicional china, hig-tech, programas fitness y tratamientos completos de uno a seis días de duración. El spa cuenta con dos piscinas, una interior con un amplio ventanal que le dota de luz natural, y otra exterior cuyo borde parece fundirse con el horizonte. Además cuenta con fuente de hielo, ducha de sensaciones, sauna, baño turco, cuatro cabinas de tratamientos individuales y dos dobles, para tratamientos en pareja, gimnasio y diversas salas de reposo y relajación.


Solverde, a orillas del Atlántico

En el litoral atlántico, en la villa marinera de Espinho, en la actualidad punto de mira vacacional para los portugueses que viven en la cercana ciudad de Porto y su área de influencia, justo al pie de una de sus numerosas playas, la de la Granja, se levanta el complejo del Hotel Solverde Spa & Wellness Center.

 

Separados del mar por una línea de dunas, alrededor de 20.000 m2 de jardines rodean un cinco estrellas construido en 1989 y recientemente renovado. El hotel alberga 174 habitaciones, entre dobles y distintos tipos de suites, la mayoría de ellas con vistas al mar.


En la planta baja del hotel se ubica el Spa & Wellness Center, un espacio de 1.800 m2, concebido con el objetivo de dar todo tipo de servicios terapéuticos y de bienestar. Dispone de dos piscinas interiores con agua de mar, una de ellas activa de rehabilitación, con bicicletas sumergidas; también saunas seca y húmeda, duchas de sensaciones, piscina de flotación, sala de tratamientos orientales y diversas cabinas para tratamientos: ducha Vichy, bañeras de hidromasaje, masajes manuales, etc.


Los tratamientos se aplican con dos gamas de productos. Por un lado la marca Thalgo, con una gran diversidad de tratamientos de estética facial y corporal, y por otro lado Terraké, con cuatro rituales inspirados en la génesis del mundo: tierra mágica, aguas primordiales, vegetal lujuriante y aire y luz.


Desde el spa hay una salida directa a las piscinas exteriores, ubicadas en el centro del ángulo que forma el edificio del hotel, en medio de un jardín en donde se percibe la brisa marina del Atlántico.


Porto, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO

A pocos kilómetros, siguiendo la línea litoral hacia el norte, sale al paso la capital de la región, Porto. Una ciudad vivida, alegre y colorista, que mantiene el sabor de las ciudades “viejas”, no en vano es una de las más antiguas de Europa, cuyo casco histórico constituye un conjunto de gran belleza que llevó a la UNESCO a declararla Patrimonio de la Humanidad.


Su vasto patrimonio artístico invita al viajero a recorrer sus empinadas callejas, ya sea a pie o a bordo de alguno de los antiguos tranvías que serpentean por la ciudad ofreciendo una visión sobre ruedas de cuatro recorridos turísticos: el medieval, con la Catedral, la Casa Consistorial, la Casa del Callejón de los Redemoinhos, la Iglesia de Santa Clara o los restos de su muralla primitiva; el barroco, con parte de su Catedral, el Palacio Episcopal, la Iglesia y la Torre de los Clérigos (símbolo de la ciudad) o la de San Francisco; el neoclásico, con las iglesias de la Lapa y de la Trinidade, el Hospital de San Antonio, el Palacio de la Bolsa, el edificio de la Alfândega Nova (aduana nueva) o la plaza de la Ribeira, de origen medieval transformada en el s. XVIII; y el del azulejo, con interesantes ejemplos en la Capilla de la Almas, la Iglesia de San Ildefonso, el claustro de la Catedral o la estación de San Bento. Monumentos aparte, los históricos cafés salpicados por el centro de la ciudad, como el Majestic o el Brasileira, o dar una vuelta –mejor al atardecer– por Bombarda, un barrio popular recuperado por el crecimiento de numerosas galerías de arte y tiendas alternativas, darán cuenta al viajero del ambiente vivo y actual del que goza la ciudad de Porto.


Tras el recorrido cultural, es totalmente imprescindible hacer un alto en el barrio de la Ribera, junto al Duero, en cualquiera de sus incontables chiringuitos, desde donde se avistan las bodegas centenarias de vino de Porto que pueblan la orilla opuesta del río, ya en Vila Nova de Gaia. Aparcados en ambas orillas, merece la pena tomar uno de numerosos rabelos turísticos, que rememoran los barcos que bajaban los toneles de vino desde las Quintas, Duero arriba, donde están los viñedos, hasta las bodegas de envejecimiento en Vila Nova de Gaia. En su travesía se pueden contemplar los numerosos puentes que unen ambas orillas del río, algunos de ellos de gran belleza arquitectónica, como el Ponte Luiz I, proyectado por el ingeniero Teófilo Seyring, con un paso superior por donde cruza una de las líneas del metro de Porto, y un paso inferior abierto a los peatones y el tráfico rodado; o el Ponte María Pia, proyectado por el mismo ingeniero y construido en 1876 por la empresa de Gustave Eiffel.


Para llevarse una idea lo más próxima posible a la esencia de esta ciudad milenaria no puede dejar de visitarse alguna de las bodegas que pueblan Vila Nova de Gaia, en donde duermen en reposo, hasta completar su prolongada crianza, los míticos vinos de Porto.


The Yeatman, frente a la ribera de Porto

Es precisamente una de estas históricas bodegas quien da pie a la existencia del hotel The Yeatman, un fabuloso cinco estrellas, con apenas un año de vida, construido escalonadamente en la orilla de Vila Nova de Gaia, con una de las mejores vistas del perfil ribereño de Porto.


El hotel pertenece a una de las compañías vinícolas más importantes de Porto, The Fladgate Partnership, una empresa famililar, propietarios desde 1692 de las bodegas Taylor, quienes además de la marca propia adquieren bodegas Fonseca, en 1949 y Croft en 2001. Así, no es extraño que todo en The Yeatman evoque al vino. Desde su propio nombre, puesto en honor de uno de los miembros de las familias propietarias de la Casa Tailor, Dick Yeatman, creador del primer Dry White Port, el oporto blanco, hasta la decoración y los nombres de las habitaciones.


La entrada al hotel es por su planta más alta, donde se encuentra el lobby y la recepción, así como una bien nutrida tienda de vinos, en donde no faltan oportos y vinos del Douro de un buen número de bodegas, así como algunas delicatessen. Las distintas plantas del hotel van en sentido descendiente jalonando la ladera, formando terrazas ajardinadas que se asoman al Duero justo por encima de los tejados de las bodegas centenarias, de tal manera que no se pierde la vista del río y la ribera desde ninguna de sus habitaciones y salones. En la terraza más baja, también visible desde todo el establecimiento, se encuentra la gran piscina exterior en forma de decantador.


Llama especialmente la atención la decoración de sus ascensores que, en consonancia con todo el complejo, exhiben unas paredes cubiertas por una panorámica tridimensional, que envuelve literalmente al huésped; uno con motivos de la ciudad de Porto vista desde un globo aerostático, otro con una sucesión de viñedos en las terrazas del Douro… La tónica vinícola sigue en las habitaciones, a las que se llega a través de unos pasillos de una amplitud inusual forrados de cuadros con motivos, como no, vitivinícolas y tematizados por plantas.


Las habitaciones no llevan numeración, sino que responden a nombres de compañías vinícolas, en una curiosa iniciativa de los propietarios de dar la opción a las bodegas de todo el mundo de “apadrinar” alguna de ellas; a cambio, la habitación recibe su nombre y en su interior se exhiben sus productos. Son 70 habitaciones amplias (la más pequeña con 36 m2) y 12 suites, todas con terrazas exteriores, desde donde se admira la panorámica del Duero y el perfil de Porto, con una decoración cuidada hasta en sus más mínimos detalles.


Y como no podía ser menos, el spa de The Yeatman está en armonía con su vocación vinícola y sigue los protocolos marcados por Caudalíe, la firma gala especializada en vinoterapia para spas. En el pasillo de comunicación entre el hotel y el spa, está representado todo el proceso de extracción del corcho hasta que llega a ser un tapón de botella; la bajada a la piscina del baño romano, es una escalera de caracol insertada en el interior de una estructura de madera que recuerda a los depósitos de roble utilizados para fermentar el vino; o el baño de “barril”, una bañera forrada como si fuese un barril de vino, ubicada en una cabina con espléndidas vistas.


En sus 2.000 m2, el spa dispone de una piscina cubierta cuya lámina de agua se funde con el horizonte de la ribera de Porto, lo que permite disfrutar a la vez de las bondades del baño y de una maravillosa panorámica.

 

También cuenta en su planta baja con el denominado baño romano, una piscina de agua caliente rodeada de sauna, hamman, duchas de contraste y sillones calientes para el reposo. Completan la oferta diversas cabinas para tratamientos, individuales o en pareja, en donde se aplica una variada gama de masajes.


Aquapura, un spa entre viñedos

Saliendo de Porto, unos 140 km Duero arriba, éste se adentra en el corazón de los viñedos del Douro, en el Valle de Abraão, una región declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Situado entre las localidades de Lamego y Peso da Régua, y rodeado de vides centenarias, Aquapura Douro Valley se levanta imponente en una hermosa finca situada en un recodo del río. Su construcción es escalonada, siguiendo las terrazas naturales de los viñedos que llegan casi a tocar las orillas del Duero, y sus 50 habitaciones (incluyendo 9 suites), todas amplias, bien equipadas y con decoración moderna y minimalista, se distribuyen en un laberinto de pasillos que conectan las partes de la edificación primigenia con los nuevos edificios levantados tras la adquisición de la finca por parte de los actuales propietarios, y que ofrecen una mezcla equilibrada entre lo clásico y lo moderno.


Además de las habitaciones repartidas en las distintas plantas del edificio principal, cuentan con 21 villas privadas, con piscina propia, salpicadas entre los viñedos por los alrededores del hotel.


La peculiar orografía del terreno hace que el lobby y la recepción del hotel se encuentren en la planta más elevada, mientras que en su planta baja se ubican el spa y las piscinas exteriores. La parte intermedia alberga las habitaciones y los espacios comunes: bar, dos restaurantes, biblioteca, distintos salones,... Junto a uno de sus restaurantes, se abre un patio exterior en donde en verano se sirven los desayunos, desde el cual se contempla una preciosa vista sobre las piscinas, los jardines y el amplio horizonte de viñedos que serpentean en terrazas escalonadas siguiendo el curso del Duero.


Su spa, situado en la planta baja, es un espacio de 2.200 m2, en donde reina una decoración “zen”, con paredes oscuras y una luz en tenue penumbra que invitan al relax. Su parte húmeda esta compuesta por una piscina activa cubierta, de considerables dimensiones, y un circuito de contrastes con distintas saunas (una de ellas panorámica, con vistas al exterior), duchas, etc. Sobre estas instalaciones, en la planta superior y con vistas sobre la piscina cubierta, se sitúa un centro de fitness con la más avanzada aparatología.


Los tratamientos del spa se aplican en 10 cabinas (una de ellas doble, para tratamientos en pareja), la mitad de ellas con vistas sobre los viñedos, y combinan técnicas asiáticas de la marca Ytsara, con un enfoque holístico, junto a las investigaciones científicas desarrolladas por la marca Mesosystem, creada por el médico español Javier Martínez, basada en productos para el cuerpo y el rostro destinados, específicamente, al rejuvenecimiento celular.


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