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Dirigir esta revista ha sido un viaje apasionante, aunque no exento de baches y contrariedades, siempre salvadas por la voluntad y el empeño de todos los implicados en este hermoso proyecto.

 

Se cumplen 18 años desde que vio la luz el primer número de Tribuna Termal. Eran tiempos favorables para el termalismo y el futuro se veía prometedor. La creación del Imserso en 1989 había obrado un milagro: los balnearios, casi olvidados, habían iniciado un periodo de crecimiento imparable. Se llevaron a cabo profundas renovaciones, se reabrieron antiguos balnearios y surgieron nuevos, mientras, las plazas del Imserso iban aumentando cada año. ¡Todo iba viento en popa!

 

Aunque claramente orientado al Programa Social, el espectacular despegue del termalismo trajo consigo la proliferación de establecimientos que centraban su oferta en las técnicas de agua. Esta ”competencia” generó alarma en el sector que no parecía consciente del tesoro inimitable que poseían: el agua mineral y termal.

 

La confusión se debía principalmente a la falta de información y promoción adecuada que destacara la esencia del termalismo. El sector había descuidado este aspecto al contar con una clientela segura, directa y subvencionada. En conjunto, el termalismo español no comprendió que las generaciones contemporáneas desconocían las bondades de una práctica olvidada, recordada vagamente a través de comentarios o anécdotas de sus progenitores.

 

Así las cosas, y tras publicar bajo el sello editorial de El País Aguilar ocho ediciones de la Guía con Encanto de Balnearios de España, que me permitió hacer un seguimiento directo de los avances del sector durante la década más fructífera, decidí emprender este proyecto con más ilusión que cabeza. Los balnearios me habían calado hondo y estaba dispuesta a seguir trabajando para darlos a conocer al mundo.
Ahora, cumplida la mayoría de edad y echando la vista atrás, tengo que reconocer que ha sido un viaje apasionante, aunque no exento de baches y contrariedades, siempre salvadas por la voluntad y el empeño de todos los implicados en este hermoso proyecto.

 

Siento, sin embargo, decepción por lo poco que ha calado en un sector tan dispar, poco unido y extremadamente suspicaz con su propia competencia, hasta el punto, en algunos casos, de “esconder” la revista celosos de que sus clientes más fieles conocieran otros destinos. Después de todos estos años, no soy optimista con el presente ni el devenir del termalismo como sector, aunque a nivel particular los hay que lo están haciendo muy bien y de ellos será el futuro. Esta falta de ilusión que hoy presiento la he querido compartir bajo la esperanza de cambiar este sentir. Por ello, he consultado a los empresarios termales más relevantes de España y he invitado a varios expertos europeos a que hicieran un retrato de la situación del sector en sus respectivos países. Los resultados están en estás páginas; a ustedes, los lectores, les corresponde analizarlos y sacar conclusiones.


Por último, quiero aprovechar esta Tribuna para agradecer profundamente a todos aquellos que desde el principio han creído y apoyado esta revista haciendo posible que alcanzara la mayoría de edad, pese a crisis y pandemias.

 

¿Qué decir a ese brillante elenco de colaboradores, nacionales y extranjeros, que de forma totalmente desinteresada han puesto sus conocimientos al servicio de esta publicación y la han llevado por el mundo con orgullo?


¡Gracias a todos, muchas gracias!

 

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