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En esta ocasión nos adentramos en una de las regiones turísticas con mayor atractivo de Portugal, para plasmar en estas páginas su magnífica oferta en termalismo, relax y bienestar, pero sin perder de vista atractivos culturales, gastronómicos y, por supuesto, enológicos, pues no en vano, este viaje tiene como hilo conductor el Duero, uno de los ríos vinícolas por excelencia de la Península Ibérica que apadrina una denominación como Douro, centenaria y singular y cuya máxima expresión son las carismáticas bodegas de envejecimiento del excelente vino de oporto, en el barrio de Vila Nova de Gaia, en la desembocadura del Duero en la ciudad de Porto.


Sorprende gratamente la magnífica oferta turística que, a todos los niveles, ofrece al viajero la región portuguesa de Porto-Norte. Su hermoso y bien preservado paisaje y la nobleza y sencillez de sus gentes, favorecen el disfrute de sus pueblos y ciudades, su cultura, sus costumbres y su gastronomía.


Puede presumir Portugal de tener en su haber una tradición termal que se codeó con lo más granado del panorama europeo, allá a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando el termalismo alcanzó sus cotas más altas. No hay más que visitar algunos de sus balnearios históricos para percatarse a un simple golpe de vista que la edad de oro de las aguas mineromedicinales tocó con su varita mágica a muchos de sus numerosos y ricos manantiales dejando para la posteridad una arquitectura termal hermosa y ejemplar.


En la actualidad las termas portuguesas han vuelto a poner en valor la riqueza de su recurso natural y abordan el presente siglo con unas instalaciones renovadas que sin perder ni un ápice del carácter terapéutico del que siempre han hecho gala, incorporan la modernidad necesaria para cubrir ese nuevo segmento de público que busca en la hidroterapia aspectos más lúdicos y más enfocados al relax y al bienestar.

Chaves, el spa del Emperador.

El recorrido comienza en Chaves, una recoleta villa termal, atravesada por el río Támega, a 15 kilómetros de la frontera española y a 30 de la localidad orensana de Verín, famosa por la calidad de sus aguas envasadas.


Su historia como villa termal se remonta a época de los romanos, cuando el emperador Flávio Vespasiano eligió la ciudad (Aquae Flaviae) como base para descanso y recuperación física y psíquica de sus legiones después de las contiendas bélicas. Aparte de su flamante puente romano sobre el Támega, prueba de esta presencia se hace evidente en los restos arqueológicos aparecidos por casualidad en pleno centro de la villa (se iba a construir un parking subterráneo), que dan razón de unas importantes termas de la época y que están siendo objeto de un estudio de evaluación arqueológica. Como curiosidad, cabe destacar que entre los restos humanos encontrados en las excavaciones aparecen los de una mujer, algo inédito hasta ahora, ya que no se conocía la existencia de termas mixtas.


A poco menos de un kilómetro, rodeado de un parque urbano y junto al río Támega, se encuentra el actual recinto de las Termas de Chaves, un conjunto de edificios de dos alturas, en cuyo interior se albergan las consultas médicas que han de prescribir los tratamientos más adecuados para cada dolencia. A través de un entramado de pasillos se accede a las diferentes zonas de tratamientos: zonas húmedas, con bañeras de hidromasaje, ducha escocesa, Vichy (una de las más demandadas), piscinas dinámicas de rehabilitación, baños de vapor, etc.; la zona seca dispone de cabinas para masajes, diferentes salas multidisciplinares e incluso un pequeño espacio dedicado a la estética.


Las aguas, con una temperatura de surgencia de 73º C, son unas de las más calientes que brotan en la Península Ibérica. Según su composición se clasifican como bicarbonatadas, sódicas y gaseo-carbónicas, y son especialmente indicadas para dolencias reumatológicas, músculo-esqueléticas y afecciones respiratorias además de aliviar patologías del aparato digestivo mediante su ingesta debidamente dosificada. En el centro del exterior del recinto termal, se alza la buvete de la “Fonte das Colunas”, en donde se realiza la cura hidropínica a base de agua en bebida, así como la “Fonte do povo”, de donde la gente puede llenar recipientes para su uso particular.


El balneario no cuenta con alojamiento propio, pero hay hoteles en el pueblo en donde poder alojarse mientras se lleva a cabo la “cura termal”.


Vidago, el renacer del esplendor balneario


Perdido en la espesura de los montes del norte de Portugal, y tan solo una hora de la ciudad de Porto, Vidago toma cuerpo como una de las joyas del termalismo ibérico. Su historia parte un siglo atrás, cuando en 1908 el rey Carlos hace el encargo de construir un majestuoso hotel como residencia de verano para él y su séquito. Para su desdicha, su asesinato truncó su deseo, y más tarde, un día antes de su apertura, la revolución del 5 de octubre de 1910, acabó con la monarquía portuguesa, por lo que tampoco su hijo y heredero, Manuel II llegaría a disfrutar de sus aposentos.


A pesar de estos avatares monárquicos, Vidago se convirtió en uno de los destinos preferidos de la burguesía portuguesa, así como de la aristocracia europea, hasta el punto de que fue considerado como el hotel más lujoso de la Península Ibérica. Pero como a muchos otros centros termales, tras el auge de los años cincuenta, a Vidago también le llegó la decadencia y poco a poco fue perdiendo su prestigio internacional hasta quedarse desvanecido en la memoria.


Ahora, cien años después, bajo la gestión del grupo Gla Hoteles y la mano de los interioristas José Pedro Lopes Vieira y Diego La Rosa, junto al renombrado arquitecto Álvaro Siza, han logrado devolver a Vidago todo el esplendor de épocas pasadas, bajo el paraguas financiero del grupo Unicer, propietarios del palacio, así como de las reconocidas aguas de Vidago y de Pedras Salgadas, además de la popular cerveza portuguesa Super Bock.


Desde que se cruza el umbral de la valla de seguridad de acceso al recinto del balneario, todo rememora a la época dorada del termalismo europeo: un espléndido jardín renacentista hace de rotonda obligatoria delante de la excelsa fachada de tintes rosa pálidos, con brocales de granito. Un edificio majestuoso, que da la sensación de contener al menos el doble de las habitaciones que en realidad alberga: 70, repartidas entre estándar, superiores, deluxe, privilégio y suites. Un “pequeño” hotel (por capacidad) dentro de una gran estructura, perteneciente a la cadena The Leading Hotels of the World, en cuyos grandes espacios comunes se despliega una decoración elegante y repleta de detalles: paredes con papeles pintados a mano, alfombras mullidas, suelos en los que alterna la madera noble (recuperada de su original estructura) y trabajados y evocadores suelos al estilo de los mosaicos romanos,... todo está diseñado para evocar la esencia del pasado, sin renunciar al confort y el lujo del siglo XXI, características que se reflejan igualmente en las habitaciones, que están en consonancia con los espacios comunes: amplias, con una lencería envolvente y un diseño de vanguardia clásica en los baños, dotadas con amplios ventanales de doble acristalamiento, lo que unido a las densas alfombras de los pasillos garantizan el más absoluto de los silencios.


En el exterior se extiende un hermoso parque de 40 hectáreas, repleto de árboles centenarios y bucólicos rincones, salpicado de pequeñas edificaciones que albergan algunas de las fuentes de agua mineral (buvetes) donde practicar la cura hidropínica, la antigua “loja de Vidago”, el club de golf o los aseos públicos, cuya imagen parece una auténtica “casita de cuento”.


Las aguas mineromedicinales que aquí brotan y que dieron lugar a tan carismático lugar, alimentan ahora un modernísimo centro termal donde se aplican las más modernas técnicas tanto de hidroterapia como complementarias. De concepción muy moderna pero perfectamente integrado, es obra del arquitecto Álvaro Siza: estilo minimalista, de líneas rectas y en un blanco inmaculado, con amplios ventanales en las paredes que permiten que la bella naturaleza que lo envuelve y la luz natural se cuele a raudales por sus amplios pasillos.


El centro cuenta con 20 salas de tratamiento, incluyendo suites dobles, para tratamientos en pareja; piscina cubierta y piscina activa al aire libre, con cuellos de cisne, chorros de presión y camas de burbujas; baños turcos con sala de vapor, fuente de hielo y sauna, sala de relajación, salón de yoga y un completo gimnasio con equipamiento de última generación.


Todos los tratamientos se aplican con agua mineromedicinal (exceptuando las piscinas), y trabajan con dos líneas cosméticas de reconocido prestigio: Aromatherapy Associates, que proporciona muchas de las fragancias de aceites esenciales que se utilizan para los tratamientos corporales, mientras que los productos desarrollados científicamente por MCCM Medical Cosmetics se utilizan para una gran variedad de tratamientos faciales anti-envejecimiento.


Águas do Gerês, termalismo en plena naturaleza

Su ubicación en pleno corazón del Parque Nacional de Peneda-Gerês (único Parque Nacional de Portugal, declarado como tal en 1971) transmite una imagen de sosiego y naturaleza exuberante que invita al visitante al paseo y a disfrutar de los beneficios de sus aguas en un ambiente de tranquilidad.


La villa se alza a ambos lado de la angosta carretera que atraviesa el Parque y que si se continúa, acaba por cruzar la frontera portuguesa para entrar en la parte española conocida como el Xurés.


Las referencias de sus aguas se remontan, como casi todas, a tiempos de los romanos, como lo atestiguan las monedas encontradas en las inmediaciones de los manantiales, pero no será hasta el siglo XVIII, en tiempos del rey Joao V, cuando comienzan a construirse los primeros edificios para los baños, que consistían en tanques de granito abrigados por grandes rocas, denominados “Os Poços”.


En 1897 se inicia la construcción del primer establecimiento termal de Gerês, un espacio recientemente renovado y dotado de equipamientos y técnicas termales modernas que ofrece una variada carta de tratamientos. Cuenta con piscina dinámica, duchas Vichy, escocesa y de esencias, sauna húmeda y seca, cabinas de masajes, nebulizaciones, tratamientos de electroterapia,... en definitiva, todas las técnicas hidrotermales y complementarias que hoy día ofrecen los balnearios y spas más punteros, destinadas a mejorar la salud física y mental, en un escenario natural de gran belleza.


Pero el verdadero “tesoro” de Gerês estriba en su agua. Un agua única por su composición, que no se encuadra en ninguno de los nueve tipos hidro-geoquímicos utilizados para clasificar las aguas minerales naturales, ya que reúne características de diferentes grupos. Son aguas que emergen a 47º C, bicarbonatadas sódicas, hiposalinas, líticas y silicosas, siendo una de las más fluoradas de toda Europa, con un carácter marcadamente alcalino (pH 9,2), típico de las aguas sulfurosas, que sin embargo no contienen azufre, de ahí su limpidez y pureza de aromas.


Su ingesta está especialmente recomendada para las dolencias hepato-biliares y del aparato digestivo y son muy eficaces para problemas endocrinos y metabólicos tales como obesidad, diabetes, colesterol, ácido úrico,... De ahí que uno de los tratamientos estrella que se practican con notable éxito en Aguas de Gerês sea la cura de obesidad: tratamientos de entre una semana y quince días, en las que se prescriben las dosis oportunas de agua en bebida junto a dietas alimentarias pactadas con los hoteles de la villa y paseos por su frondoso parque. Los resultados son altamente satisfactorios, con pérdidas de peso reguladas, y una notable mejoría de los problemas metabólicos.


Termas de San Vicente, un clásico del termalismo luso

Retornando hacia el Douro y a 40 km de Porto, en la freguesía (parroquia) de Pinheiro, perteneciente al concello de Penafiel, nos encontramos con este enclave termal. Ubicado en un frondoso parque poblado de árboles centenarios, en Termas de San Vicente se levantan dos edificios originarios de 1906 de un cálido rosa-palo que albergan el balneario y el hotel, rodeando, ambos, los restos arqueológicos de un balneario luso-romano de 315 d.c.


El Palace Hotel & Spa, como se denomina, es un cuatro estrellas que en su reciente remodelación ha mantenido la estructura y aspecto exterior de su primigenia construcción, con 130 habitaciones, entre dobles, individuales y suites, todas con vistas al parque o los jardines del recinto balneario. El balneario mantiene una estética exterior similar a la del hotel, formando un conjunto armónico de coqueta elegancia, evocador del termalismo de principios de siglo XX.


Ambos edificios están debidamente comunicados y en la planta sótano del edificio del hotel, se ubica una amplia piscina dinámica de agua termal con chorros a diferentes alturas, cuellos de cisne, camas de burbujas, jacuzzis,... y un circuito de contrastes, con duchas, baños de vapor, saunas y cabina para masajes. Desde esta zona se accede al edificio del antiguo balneario, que también tiene entrada desde el exterior, en donde se encuentran las cabinas para tratamientos individuales: bañeras de hidromasaje, duchas Vichy, chorro a presión, maniluvios, pediluvios, etc., y dos grandes salas en donde se aplican los tratamientos respiratorios.


Las aguas termales de San Vicente son hipotermales, con una temperatura media de surgencia de 18,5º C, de mineralización débil, bicarbonatadas sódicas, fluoradas, alcalinas y sulfurosas. Estas características las convierten en idóneas para el tratamiento de las distintas afecciones de las vías respiratorias: sinusitis, rinitis, faringitis, bronquitis y asma. Los espectaculares resultados de los tratamientos, siempre administrados bajo un riguroso control médico, son parte esencial de la justa fama y renombre de estas termas.


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