Juan Carlos San José Rodríguez y Magdalena Soler Carmona
Inmortalizado por ser el creador de los cereales Kellogg y popularmente conocido en España a partir de los años 1990 por la película “El Balneario de Battle Creek”, el Dr. John Harvey Kellogg fue un cirujano eminente y un científico polifacético, impulsor de la hidroterapia y del concepto spa que aportó a la medicina numerosos inventos.
Además, fue un valedor de la alimentación saludable; un puritano con ideas radicales sobre la higiene sexual y un líder de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, de donde luego sería expulsado. El famoso centro dirigido por el Dr. Kellogg no se llamó ni balneario ni spa, sino “Sanitarium”. En el Sanitarium de Battle Creek, conocido en la época como “El San”, al que acudían famosos y millonarios, se practicaba la hidroterapia, mecanoterapia, ejercicio físico y dieta vegetariana.
La película “The Road to Wellville”, titulada en español “El Balneario de Battle Creek”, dirigida por Alan Parker y protagonizada por Anthony Hopkins, con guión adaptado de la novela “The road to Wellville” de T. Coraghessan Boyle, nos muestra la imagen más frívola del Dr. Kellogg, presentado como un dietista estrambótico, entusiasta de las dietas vegetarías y los enemas. Sin embargo el Dr. Kellogg fue un insigne cirujano digestivo considerado por el American College como uno de los mejores de los Estados Unidos, que a lo largo de su vida hizo más de veinte mil operaciones gástricas. Fue pionero en utilizar la terapia con luz eléctrica. Está considerado el inventor de la vibroterapia y los baños galvánicos. Además, también inventó diferentes aparatos de mecanoterapia, el inhalador de mentol, la manta eléctrica y perfeccionó el dinamómetro que llegó a ser usado en todas las universidades estadounidenses; pero sus inventos más conocidos fueron la mantequilla de cacahuete y el que le lanzó a la fama: los cereales en copos.
John Harvey Kellogg, hijo del segundo matrimonio de John Preston Kellogg con Ann Stanley, nace en Tyrane, Michigan, en 1852, en el seno de una familia de 16 hermanos. Siendo muy niño, la familia se mudó a Jackson, y luego a Battle Creek donde su padre, perteneciente a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, abrió una fábrica de escobas. Así pues, al educarse en el seno de una devota familia adventista, estaba familiarizado desde edad temprana con la “vida saludable” defendida por esta iglesia.
John Harvey a los diez años ya trabajaba en la fábrica con su padre. A los doce era aprendiz en la imprenta de la revista adventista “Review and Herald”. A los catorce ya sabía el oficio y era lector de pruebas. A los dieciséis había terminado la escuela elemental y con diecisiete, en un solo año, terminó la escuela secundaria. Seguidamente hizo un curso para maestro de educación primaria obteniendo dicho título.
Los esposos White, fundadores de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y del establecimiento de salud, observando lo dedicado y sobresaliente que era John Harvey le financiaron sus estudios superiores, ya que la familia Kellogg no podía permitírselo. Ingresó en la mejor escuela de medicina que había en aquellos días en EEUU: el Hospital Bellevue de New York. En tres años terminó sus estudios de medicina debido a que por las noches recibía clases especiales de sus profesores. Kellogg compaginó sus estudios con el trabajo de redactor asociado de la revista adventista Health Reformer, lo que da idea de su capacidad intelectual y de trabajo. El 25 de febrero de 1875 se graduó.
Al terminar sus estudios regresó a Battle Creek. Los esposos White le propusieron que fuera el director médico del establecimiento sanitario, pero el Dr. Kellogg, con 21 años, tuvo miedo y declinó el nombramiento pues pensaba que necesitaba mejor preparación. Se interesó por la cirugía abdominal y se especializó como cirujano en Chicago. Además aprendió francés y alemán para poder seguir las publicaciones médicas en esas lenguas, e hizo una fuerte inversión en una gran biblioteca médica personal. Su pasión por la fisiología y por la cirugía abdominal le llevó a efectuar varios viajes por Europa para estudiar en Viena, París, Berlín y Birminghan con las principales figuras médicas. Enseguida fue reconocido como un hábil cirujano por su destreza, ya que realizaba las intervenciones más complicadas de forma más rápida que la mayoría de los cirujanos de su tiempo. Su velocidad no interfería con su precisión.
Impresionado por la pericia quirúrgica de Kellogg, el Dr. Howard A. Kelly, renombrado cirujano de la Escuela de Medicina de la Universidad John Hopkins, señaló después de observarle trabajar que este había realizado algunas de las más difíciles operaciones jamás vistas. La mortalidad postquirúrgica del Dr. Kellogg era llamativamente baja. En esa época estaba en el 20% y Kellogg batió un récord en EEUU estableciéndolo en 165 operaciones sucesivas de abdomen sin ningún caso fatal. El récord anterior estaba en 116. Esto le hizo ser reconocido por el American College como uno de los mejores cirujanos abdominales. Se cuenta que cierta vez el Dr. Charles H. Mayo, fundador de la renombrada Clínica Mayo, en Rochester, Minnesota, al examinar uno de sus pacientes dijo:
-“Veo que ya fue operado por el Dr. Kellogg”
-“Ciertamente«, respondió el paciente asombrado “¿Cómo lo supo?”
– “Es fácil saberlo”, replicó el doctor Mayo, “la cicatriz es pequeña y fina como una firma”.
Algunas de las habilidades quirúrgicas del Dr. Kellogg eran el resultado de su destreza manual cultivada a través de toda su vida. En momentos de ocio, y mientras viajaba por tren, a menudo practicaba haciendo pequeñas puntadas con hilo en un pedazo de tela a fin de incrementar su velocidad y exactitud al suturar una herida.
Al frente de Battle Creek
En 1876, ante la insistencia de los esposos White, se hizo cargo de la dirección del Balneario de Battle Creek. El edificio, situado en las afueras de Battle Creek, Michigan, que entonces era un pueblo manufacturero de 5.000 habitantes, se había inaugurado el 5 de septiembre de 1866 con el nombre de Instituto Occidental de Reforma Pro Salud. Se fundó con la intención de que fuera un sanatorio que proporcionara salud a través de la hidroterapia combinada con la dieta, el ejercicio y otros tratamientos de rehabilitación. Fue costeado por los donativos de los miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. El padre del Dr. Kellogg ayudó a financiar el proyecto con un donativo de 500 dólares que suponía su salario de dos años. Este esfuerzo económico se debió a que quería que los conocimientos y la atención médica prosperasen puesto que había perdido a su primera mujer y una hija por enfermedad.
En un principio el Instituto estaba atendido por dos médicos, una enfermera y cinco auxiliares. Los medios para facilitar la cura mediante el agua eran: un molino de viento capaz de llenar un barril en cinco minutos si había una brisa moderada, y un sistema para calentar el agua a la temperatura requerida para los distintos baños que allí se daban. Este nuevo instituto fue todo un éxito desde su comienzo. Durante los primeros meses los pacientes llegaron desde los estados del Este y de Canadá. Afluyeron en tal número que tuvieron que ser acomodados en fincas aledañas pues no había sitio suficiente en el Instituto.
Lo primero que llevó a cabo el Dr. Kellogg al hacerse cargo de la dirección del establecimiento fue cambiarle el nombre por el de “Battle Creek Sanitarium”. Kellogg escogió este nombre de Sanitarium pretendiendo que fuera un lugar donde la gente aprendiera a vivir saludablemente, una universidad de la salud más que un hospital y consideró la educación sanitaria como el aspecto más importante y principal de la institución. Esta labor de educación, donde se enseñaba a la gente medidas tales como lavarse las manos antes de comer y después de ir al baño, o desinfectarse las manos antes y después de tocar las heridas, eran de lo más avanzadas de la época ya que, precisamente, en esos años fue cuando Lister innovaba con la cirugía antiséptica y Pasteur exponía su teoría de que los microbios producían ciertas enfermedades a menos que se tomaran las precauciones necesarias para prevenir su propagación.
En 1885 el Sanitarium de Battle Creek era la institución más grande de su clase del mundo. Podría albergar entre 600 y 700 pacientes.
Un incendio el 18 de febrero de 1902 destruyó los edificios del Sanitarium construidos en madera. En el plazo de quince meses, el 31 de mayo de 1903 se inauguró un nuevo edificio y poco a poco se fueron añadiendo edificios anexos hasta formar un gran complejo. En 1928 las edificaciones ocupaban 40 hectáreas, el complejo tenía 1.800 empleados de los que 800 eran personal sanitario (médicos y enfermeras) y tenía capacidad para alojar 1.250 pacientes. Además el Dr. Kellogg había establecido convenios con Escuelas de Medicina y de Enfermería para formar personal sanitario en “El San”.
Desde 1893 Kellogg había presidido la Asociación de Benevolencia y Médicos Misioneros de los Adventistas del Séptimo Día, que estableció para los pobres y los desempleados 30 nuevos sanatorios, 12 restaurantes vegetarianos y varios dispensarios médicos urbanos. Así mismo, ayudó financieramente a establecer sanatorios en Méjico, Inglaterra, Dinamarca, Alemania y Suiza. Pero kellogg fue expulsado de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en 1908 por sus progresivas confrontaciones con los otros líderes de esta confesión.
El motivo de la expulsión de Kellogg fue su contraposición a las ideas adventistas. Se manifestó contrario a que los ministros religiosos estuvieran en posiciones de autoridad sobre los médicos, y defendió que las instituciones sanitarias adventistas tenían que tener vocación para servir a cualquier persona sin tratar de convertirlos a la fe del Séptimo Día.
En 1928 se calcula que ya habían pasado por el “San” unos 400.000 pacientes. Los ricos y famosos acudían a Battle Creek, a menudo realizando viajes anuales de varias semanas. Entre sus huéspedes más famosos estuvieron: magnates del automóvil como Henry Ford, James Buick o Harvey Firestone; industriales como John D. Rockefeller; escritores como Bernard Shaw, deportistas como Johnny Weissmuller, campeón olímpico de natación y protagonista de Tarzán; políticos como William Howard Taft, presidente de los EEUU; científicos como Iván Pavlov, premio Nobel por sus trabajos en fisiología y medicina; sir Frederick Grant Banting, ganador del premio Nobel por haber descubierto la insulina; los doctores Mayo de la ya citada y mundialmente famosa Clínica Mayo en Minnesota, el Dr. William M. Scholl, fabricante de remedios para el cuidado de los pies; o inventores como Tomas Alva Edison.
La clave: vivir biológicamente
La filosofía adventista de la institución precisaba que muchas enfermedades eran causadas por la violación de las leyes naturales y, por lo tanto, el mejor modo de prevenir tales enfermedades era obedecer estas leyes. La terapia de “El San” dirigida por el Dr. Kellogg no solo ofrecía medicina curativa sino preventiva, poniendo gran énfasis en la enseñanza de la prevención de enfermedades mediante una vida saludable, haciendo hincapié en la dieta, el ejercicio y en una vida natural.
Kellogg acuñó el término “vivir biológico” para resumir el sistema de vida saludable a cuya promoción se dedicó intensamente. Vivir biológicamente requería obediencia a las leyes naturales como un deber moral; y la total abstinencia del alcohol, té, café, tabaco y carne de animales. Esto incluía una dieta adecuada, descanso, ejercicio, aire puro, vestidos holgados y en caso de enfermedad no muy seria, remedios naturales. Este sistema reflejaba la influencia de Elena White y la Iglesia Adventista del Séptimo Día en la terapéutica promovida por el Dr. Kellogg.
“El San” se convirtió en un templo de la salud, un lugar donde las personas aprendían a sentirse bien. Una de las más grandes contribuciones del Dr. Kellogg a la causa de la vida saludable fue la relevancia que le concedió a la dieta vegetariana. De todos los factores necesarios para mantener la salud equilibrada, la dieta apropiada y el buen tránsito de los alimentos por el tubo digestivo lo consideró lo más importante. Creía que la mayoría de las enfermedades se originaban en el tubo digestivo por una suerte de autointoxicación producida por la absorción de las toxinas procedentes de la putrefacción de las proteínas en el intestino. Fue un obstinado de la aplicación intensiva de enemas para eliminar las toxinas, de la masticación concienzuda, de la fibra dietética y de los ejercicios gimnásticos en pañales para que los pacientes pudieran aliviarse al primer estímulo. Ningún alimento fue más atacado por el Dr. Kellogg que la carne de cualquier clase. Argüía que su consumo menoscababa la fuerza física. Además, en su persuasión para que los pacientes no comieran carne, utilizaba argumentos morales y religiosos. Decía, citando los primeros capítulos del Génesis, que originalmente Dios no planeó dar la carne como alimento a los hombres, sino que había permitido su uso después del diluvio cuando toda la vegetación estaba destruida. También aseguraba que matar a los animales, aunque fuera para su consumo, fomentaba la brutalidad de los instintos humanos y acostumbraba al hombre al homicidio y a la violencia. La carne se sustituía por nueces, soja, mantequilla de cacahuete, bebidas de cereales y otros productos desarrollados por Kellogg que elaboraba en su laboratorio.
Gran precusor de la hidroterapia
La hidroterapia era el fundamento de la cura. Se utilizaban más de doscientas técnicas hidroterápicas reseñadas todas ellas en el libro “Rational Hydrotherapy” escrito por el mismo Kellogg. Estas técnicas iban desde la natación y los ejercicios en la piscina, hasta la más simple aplicación de fomentos, es decir, paños empapados en agua.
La mecanoterapia era una parte fundamental de las curas de Battle Creek. Kellogg estuvo muy interesado en los ejercicios mecánicos. Inventó una silla vibradora simple. Este aparato consistía en una silla fijada sobre una plataforma vibradora que oscilaba a razón de veinte veces por segundo. Atribuía a las vibraciones generadas un aumento de la circulación de la sangre y del peristaltismo intestinal. Utilizaba esta terapia tanto para los pacientes con estreñimiento, como para los pacientes con dolores de cabeza y de espalda.
También construyó una variedad de aparatos mecánicos con el fin de aumentar la circulación de la sangre, mejorar la digestión y favorecer el adelgazamiento. Algunos fueron de su propio ingenio y otros fueron adaptaciones y mejoras de aparatos de ejercicios mecánicos inventados por Gustav W. Zander, médico sueco establecido en Londres. Los inventos de Kellogg incluían, por ejemplo: una barra vibradora para las manos, brazos, columna y cabeza; un cilindro vibrador para aplicar fricción a la planta de los pies; o un cinturón vibrador que ha llegado a ser ampliamente utilizado en multitud de centros y gimnasios, llegando hasta nuestros días.
Kellogg perfeccionó el dinamómetro, aparato que mide la fuerza. Sus dinamómetros fueron usados en los programas de educación física en West Point y en numerosas universidades como las de Wisconsin y Yale. También inventó el inhalador de mentol, y una manta eléctrica para su uso propio sin ánimo de explotarla comercialmente.
Otra parte fundamental del tratamiento de Battle Creek era la terapia con luz eléctrica. Kellogg, convencido de que la luz eléctrica era capaz de producir los mismos resultados que los rayos solares, ideó una serie de aparatos para aplicar esta terapia. Se trataba de cabinas de madera en cuyos interiores había entre cincuenta y sesenta bombillas incandescentes. Entre ellas se colocaban espejos de vidrio para aumentar la reflexión de la luz y multiplicar el efecto. Había cabinas para que el paciente estuviera sentado, cabinas para estar tumbado o cabinas para aplicar la luz en zonas concretas como las piernas o la columna vertebral. El tiempo de aplicación iba desde los 3 a 5 minutos hasta los 20 según los casos.
El Dr. Kellogg estudió los efectos en el organismo del baño de luz eléctrica, comprobando que elevaba la temperatura interna más rápidamente que cualquier otro tipo de baño y que la sudoración se producía mucho antes. Kellogg no achacaba este efecto termoterápico al aire caliente que rodeaba al paciente, sino a la energía radiante producida en el filamento de las bombillas que penetraba directamente en el organismo, a través de la piel, hasta llegar a zonas profundas. En su texto refiere que trató con éxito casos de clorosis, gota y neuralgias vertebrales.
Otra regla de las curas de Kellogg era la necesidad de utilizar la vestimenta adecuada, puesto que la relacionaba con una buena salud. Era contrario al uso de prendas ceñidas, en especial de los corsés que llevaban las mujeres. Kellogg consideraba que el corsé no dejaba respirar a la mujer de forma natural, desplazaba sus órganos internos e interfería con las funciones orgánicas contribuyendo al malestar. Convenció a muchas de sus pacientes para que se olvidaran de la forma de sus cuerpos y abandonaran el corsé.
Un prolífico escritor científico
En su dilatada vida, Kellogg publicó más de 50 libros. A veces dedicaba quince horas al día en dictar sus textos a dos secretarios. Escribió sobre todo acerca de su principios sobre la “vida biológica” buscando constantemente la educación sanitaria del público y la difusión de sus ideas en el colectivo médico. Parte de su obra ha sido traducida a trece idiomas, pero tan solo hay un texto en español: “Tabaquismo o como mata el tabaco”, editado en 1937 en Barranquilla (Colombia) por los talleres gráficos Rasch.
Editó la revista “Water Cure Journal” que desde 1845 y en la década de 1850 promovió la hidroterapia, la reforma en el vestir y sus ideas médicas. En una época de modestia exagerada, la revista dirigida por Kellogg trató temas tabúes como la frecuencia de las relaciones sexuales, la masturbación, la esterilidad o el aborto.
La revista contribuyó a difundir la hidroterapia y la medicina naturalista de Kellogg. Junto con la fama de “El San” favoreció la creación de numerosos establecimientos de hidroterapia en Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XIX. Se calcula que fueron más de doscientos y eran especialmente populares entre las mujeres, ya que eran de corte feminista, donde imperaba la premisa revolucionaria de aquel entonces de que “el cuerpo de una mujer pertenece a ella misma y no a su marido”.
Su libro científico más famoso fue el extenso tratado de hidroterapia de 1.247 páginas titulado “Rational Hydrotherapy”. Publicado en 1900 por la editorial Davis de Filadelfia alcanzó 19 ediciones en inglés entre 1900 y 2001. Fue un libro de consultas muy utilizado en la Clínica Mayo hasta finales de 1960. La decimosexta edición, que es la que nosotros hemos manejado, está dedicada a su amigo Wilheim Winternitz, considerado uno de los padres de la hidroterapia.
El propósito de Kellogg con este trabajo fue presentar de una manera sistemática y completa los conocimientos y evidencias científicas de la hidroterapia hasta entonces, es decir, “lo racional” de la hidroterapia. También plasmó su experiencia de veinticinco años dedicado a la hidroterapia en Battle Creek, donde poseía un laboratorio para estudiar los efectos fisiológicos de las aplicaciones hidroterápicas. Sus ensayos clínicos fueron realizados con la ayuda de diversos instrumentos como el calorímetro, el pletismógrafo, el ergógrafo y varios aparatos que el Dr. Kellogg diseño para el propósito.
El tratado se puede dividir en cuatro grandes apartados. El primero consta de un esbozo histórico y de las características físicas del agua. El segundo estudia los efectos fisiológicos producidos por las aplicaciones hidroterápicas. El tercero describe más de doscientas técnicas de aplicación, y el último apartado está dedicado a los tratamientos hidroterápicos de las enfermedades más comunes.
El número de técnicas de aplicación descritas en la obra supera los doscientos entre baños, duchas generales y técnicas de pequeña hidroterapia. El Dr. Kellogg incorporó en su listado de aplicaciones alguno de sus inventos como la “ducha pinza” (the caliper douche) que consiste en dos tubos semicirculares perforados en su lado interno para la salida del agua, unidos a un soporte en un extremo, de tal manera que los tubos opuestos se pueden separar para ajustarse a cualquier zona del cuerpo.
También describe los baños galvánicos, uno de sus inventos que viene utilizándose desde entonces por sus efectos analgésicos y antiespamódicos. El baño galvánico consiste en hacer pasar una corriente eléctrica continua y constante por el agua con un voltaje de 60-80 voltios y con una intensidad de 200 mA. Este baño puede ser parcial, para el tratamiento de las extremidades cuando se sumergen en unas cubetas adaptadas al uso; o un baño total, para el cuerpo entero dentro de una bañera. El agua se suele poner a una temperatura entre 32-36 ºC y con una cantidad de cloruro sódico disuelto para mejorar la conductividad eléctrica, el tiempo de cada sesión oscila entre los 10-15 minutos y se emplean cuando se busca una acción analgésica y antiespasmódica.
Sin embrago, a pesar de la brillante producción científica de Kellogg, su libro más popular por la polémica social que levantó debido a su discutible contenido, fue un alegato contra la masturbación publicado en 1888 y titulado “Treatment for Self-Abuse and its Effects, Plain Facts for Old and Young”. Convencido de que el onanismo era un pecado, una forma de autoabuso, aseguraba, entre otras muchas cosas, que en los varones la masturbación era la principal causa del acné y producía atrofia de los testículos. En este texto pueden leerse párrafos como:
“El remedio contra la masturbación que resulta casi infalible en niños es la circuncisión. La operación debe ser llevada a cabo sin administrar anestesia alguna, pues el instante de dolor tendrá un efecto saludable en la mente del individuo, tanto más si se asocia con la idea de castigo”.
“… la aplicación de fenol puro en el clítoris supone un método excelente de calmar una excitación anormal”.
En 1928, siguiendo la política de expansión del balneario se construyó un nuevo edificio de 15 plantas al que se le incorporó lo último en moda y lujo para los clientes adinerados que acudían a “El San”. El año siguiente, el crack del 29 golpeó de lleno al balneario llevándolo a grandes dificultades financieras y haciéndolo inviable hacia finales de la década de 1930. En 1942 el edificio se vendió al gobierno federal que lo convirtió en el Hospital General Percy Jones. Se trataba de un hospital especializado en neurocirugía, cirugía plástica, ortopedia y rehabilitación dedicado a los convalecientes de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra de Corea. Fue la mayor instalación médica de las fuerzas armadas del ejército de EEUU hasta 1954 en que el edificio fue convertido en un establecimiento de oficinas civiles y militares del Gobierno Federal, que sigue siendo su uso actual.
En 1930, a la edad de 78 años, Kellogg se retiró a Florida. Comenzó otro sanitarium que llegó a tener 100 camas. Allí residió y trabajó hasta la edad de 91 años a la que falleció. Su última operación quirúrgica la realizó con 88 años de edad.
El Dr. Kellogg falleció el 14 de diciembre de 1943 debido a una neumonía. El diario “The New York Times” daba la noticia del fallecimiento dos días después en su obituario, reseñando una breve biografía y destacando su dedicación a la promoción de la salud y su labor humanitaria. Casado en 1879 con Elisa Eaton no tuvieron hijos, pero llegó a prohijar a 40 niños, algunos de los cuales tenía legalmente adoptados.
El invento de los cereales en copos
Desde 1884 el Dr. Kellogg investigaba los cereales en su laboratorio de Battle Creek, tratando de conseguir una fibra alimentaria que fuera fácilmente digestible para introducirla en sus dietas. Invirtió muchas horas en lograr hacer copitos de maíz o de trigo. Fue en 1898 cuando junto con su hermano William K. Kellogg desarrollaron el primer copo de maíz. Más tarde estos copos serían conocidos como los Corn Flakes de Kellogg’s.
En 1906 William K. Kellogg funda “The Battle Creek Toasted Corn Flakes Company” que sería conocida como “Kellogg’s Company”, entrando en el negocio de los cereales con la intención de que los desayunos fueran más saludables y con menos alimentos grasos. La expansión de los Corn Flakes hacia nuevos mercados comenzó en 1930 con la exportación a Inglaterra y más tarde con la construcción de una planta de producción en Sydney, Australia.
William K. Kellogg falleció en 1951 a los 91 años de edad, curiosamente a la misma edad que su hermano John Harvey.
Actualmente la compañía tiene plantas de producción en 18 países con un total de 31.000 empleados y una facturación anual de 12.000 millones de dólares. En España la compañía se estableció en 1977 con una planta de producción en Valls (Tarragona), que junto con las de Manchester y Wrexham (Reino Unido) y Bremen (Alemania) son las responsables del suministro de cereales a toda Europa.
En conclusión podemos decir que el Dr. John Harvey Kellogg más que un médico al uso fue un maniático de la salud y la alimentación; combatiente del tabaco y del alcohol; puritano sexual, más que un clínico de su época fue un entusiasta de las medicinas naturales, un eminente científico y cirujano, un incansable inventor, a la vez que un gran filántropo. En una de sus entrevistas concedidas a la prensa dijo: “pude amasar una gran fortuna; pero para qué está el dinero sino para ayudar a los demás”.VisibilidadPublicarFormato de entrada:Fijar en la parte superior del blogEnable AMP5 revisionesSlug de la URL
La última parte de la URL. Lee acerca de los enlaces permanentes(abre en una nueva pestaña)
Ver entrada
https://elblogdetribuna.wordpress.com/2020/03/24/hidroterapia-corn-flakes-y-el-dr-kellogg/(abre en una nueva pestaña)Sin categoríaAñadir etiqueta:Balneario de Battle Creek (1 de 3)Balneario de Battle CreekHidroterapia (2 de 3)HidroterapiaKellogg (3 de 3)Kellogg
Sepáralo con comas o con la tecla Intro.
Selecting a featured image is recommended for an optimal user experience.Escribe un extracto (opcional)Aprende más sobre extractos manuales(abre en una nueva pestaña)Permitir comentariosPermitir pingbacks y trackbacks
- Documento
Selecting a featured image is recommended for an optimal user experience.